You have no items in your cart.

3 consejos para que tus pensamientos te ayuden a correr
- No dejes de aprender: curiosidad.
Cuando somos bebés y vamos quemando etapas en nuestros primeros años, estamos expectantes ante el nuevo mundo que se nos presenta. Lo tocamos todo, nos lo ponemos en la boca, lo preguntamos… así hasta volver locos a nuestros padres. El proceso evolutivo, tan sabio, nos regala la herramienta más potente para sobrevivir: la curiosidad. ¡Y ha venido para quedarse!
¿Por qué con el paso de los años la vamos infrautilizando? Está demostrado que aquellos mayores que poseen un alto grado de curiosidad tienen una vida más plena y gratificante. También la gente exitosa cuida mucho esta cualidad. ¿Cómo llevas la tuya?
En lo que respecta a ti y al running, mide tu curiosidad en términos de cosas nuevas que has aprendido de tu hobby. ¿Son muchas o pocas? ¿Disfrutas aprendiendo? ¿Lees sobre el tema, preguntas y compartes dudas con tus amigos? En definitiva, ¿corres o CORRES?
- No pongas excusas.
Un reconocido psicólogo, Leo Festinger, desarrolló su teoría de la disonancia cognitiva, donde nos explicaba lo buenos que somos creando argumentos para convencernos a nosotros mismos del por qué haber realizado una acción determinada totalmente contraproducente. Fumar un paquete de cigarrillos, comernos una bandeja de donuts o no salir a correr y justificarlo brillantemente son ejemplos típicos de este fenómeno.
La fuerza de voluntad va ligada al esfuerzo. Hay que entrenar el esfuerzo y vencer las excusas.
- No pierdas el tiempo con pensamientos negativos.
Cuando hablo de pensamientos negativos no me refiero a aquellos que te vienen tras una situación triste, como una bajada de sueldo o la enfermedad de un ser querido. En estos casos estás en tu derecho de sentir emociones negativas.
Me refiero a aquellos pensamientos negativos que en tu día a día se cruzan en tu camino y no te ayudan a vivir bien. Podéis escoger entre pensar “Qué rollo, tengo que salir a correr solo porque los impresentables de mis amigos se han rajado” o pensar “No hay mal que por bien no venga. Aprovecharé hoy para trabajar mi diálogo interno en carrera ya que voy a salir a correr solo”.
Vosotros escogéis a lo que queréis prestar atención. Así que la responsabilidad es vuestra.